Los tres cerebros de Paul MacLean es como un monstruo de 3 cabezas. Aunque en realidad ni hay mucahs cabezas ni muchos cerebros. Es un «todo en uno». Pero ya sabes como somos los de marketing, que si no ponemos un título llamativo y que capte la atención o hcemos frases rimbombantes, no estamos felices.
Te lo cuento sin aburrirte.
En los años 70, el médico Paul MacLean pensó en que un caballito de mar que tenemos en el cerebro, llamado hipocampo, era la clave de las emociones. Es aquí donde se perciben los sentidos o, mejor dicho, donde se organizan los recuerdos, la memoria, y donde se produce parte del despertar de las emociones.
Poco después comprendió que hay 3 sistemas distintos en el cerebro humano (y algunos de mamíferos más desarrollados). Son independientes, pero funcionan de forma conjunta, desde los sistemas más primarios hasta los más desarrollados.
El efecto Proust
Aunque realmente difícil de demostrar y con muchos detractores, explica parte esto con algo de claridad. Consiste en la evocación de recuerdos a través de la provocación de los sentidos, en este caso del olfato y el sabor.
Marcel Proust escribió siete libros que forman parte de un todo titulado A la búsqueda del tiempo perdido. En el primero de ellos, Por el camino de Swann, habla de la memoria en uno de los fragmentos más memorables del autor. Una magdalena, un olor, un sentido…
Y, de repente, el recuerdo aparece. Ese gusto es el del trocito de magdalena que el domingo por la mañana en Combray.
«Y desde que reconocí el gusto del trocito de magdalena mojada en la tila que me daba mi tía (aunque todavía no supiera y debiera dejar para más tarde el descubrir por qué ese recuerdo me hacía feliz), en seguida la vieja casa gris, donde estaba su habitación , vino como un decorado teatral a añadirse al pequeño pabellón que estaba sobre el jardín…»
El cerebro triuno
Así que, retomando los tres cerebros de Paul MacLean, lo que ha provocado Proust ha sido una reacción en el sistema límbico, donde hay estructuras asociadas a la memoria y a los comportamientos emocionales. Aquí MacLean habla del cerebro paleomamífero. También tenemos el cerebro neomamífero, que regula el ahora, y también tenemos el cerebro reptil, que regula los elementos básicos.
Cada uno de los tipos de cerebros propuestos por Paul MacLean también los vas a encontrar con otros nombres o denominaciones. Lo importante es saber qué hace cada parte.
Yo, a los 3 cerebros, lo voy a llamar de otra forma.
Cerebro simple o reptiliano.
Cerebro listo o neocórtex.
Cerebro sensible o límbico.
El cerebro simple o reptiliano
Es el más antiguo. Durante millones de años hemos ido sufriendo una evolución constante en el cerebro.
Esto ha ocurrido en todos los seres vivos. Después unos han desarrollado el cerebro límbico y el neocórtex, el ser humano y apenas algunos mamíferos. Por lo tanto el cerebro tonto lo compartimos con casi todos los animales, concretamente con mamíferos y reptiles. Este cerebro, aunque lo llamemos simple o tonto, es muy listo. Es capaz de reconocer nuestras necesidades básicas. Actúa en aquellos momentos en los que necesitamos poner en marcha las funcionas más básicas y primarias.
No es un cerebro reflexivo, actúa a lo loco, casi siempre de forma inconsciente. Respirar, regular la temperatura corporal, reaccionar ante el peligro, son algunos ejemplos. Son comportamientos predecibles e impulsivos.
A veces le decimos que no actúe de esa forma, pero nos ignora, porque en su naturaleza está ser así de simple.
El cerebro listo o neocórtex
Es un sabelotodo. Y además es muy racional. Suele meditar las cosas siempre, presentando pros y contras, valorando el peligro, sus posibles acciones para evitarlo. Se encarga del procesamiento cognitivo y toma las decisiones razonando todo, todo y todo. Siempre utilizando la lógica, la razón, la coherencia, el sentido común.
Este cerebro nos otorga la capacidad de comprensión, de entender el arte, de calcular una fórmula matemática.
Es casi único en el ser humano, aunque algunos mamíferos evolucionados también lo tienen.
Lo malo de este cerebro es que suele discutir mucho con su vecino, el cerebro emocional, ya que siempre tratará de controlar las emociones, buscando la racionalidad.
El cerebro sensible o límbico
Es el que nos hace estar felices, tristes, enamorados, enfadados. Que nos guste o no nos guste algo sin tener que pensar en sus beneficios o perjuicios. Es el centro de las emociones, donde la percepción de los sentidos se transforma en una emoción.
Comparte zona con el cerebro límbico (de ahí esas continuas peleas). El cerebro emocional quiere mostrar lo que se siente, y el límbico le para, le hace recapacitar y reflexionar, con el fin de no tomar decisiones a lo loco basadas en la percepción de un sentido.
El cerebro sensible está en continuo aprendizaje, de tal forma que cuando algo nos gusta, lo guarda en la memoria para, cuando nos encontremos en una situación similar, actuemos de forma similar para conseguir un resultado parecido.
Por lo tanto, y en resumen, los tres cerebros de Paul MacLean son un cerebro triuno, tres cerebros que son independientes pero que trabajan en grupo. A veces tiene más fuerza uno de ellos, en ocasiones otro, y en los peores momentos no tomamos decisiones porque dudamos, y cuando esto ocurre es porque nuestros cerebros están discutiendo y debatiendo entre ellos.
El neuromarketing debe entender esto, o de lo contrario no tendrá resultados. Debe conocer cómo se comporta el consumidor y por qué lo hace de una forma u otra. Hemos de ser conscientes de los tres cerebros, y tratar de utilizar lo que conocemos para «ayudar» en la toma de decisiones.
Y eso es todo lo que me apetecía contarte. A veces en mis cursos los alumnos se sorprenden con estas tonterías, estas cosas que aparentemente son eso, estupideces, incongruencias, juegos absurdos, pero una vez que comprueban el resultado, se enganchan irremediablemente.
Ya sabes que si tienes algo que aportar, contarnos tu experiencia, o dejarnos el último poema que has escrito, lo puedes hacer en los comentarios.
¡Gracias por lo que vendrá!
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